PERIODICO LA VANGUARDIA
La habitación 853

Su fondo de resistencia se está fragilizando mientras el tumor impone su dictadura de día y de noche.

Alba se inclina sobre el pecho de su madre. Ni siquiera su cabeza pelona resta expresividad o belleza a sus ojos, medio adormecidos por la morfina.

Seguramente Alba no sabe a qué huele un colegio, ni la hierba húmeda, ni el chocolate. Una habitación en… Sant Joan de Déu, la 853, es su micromundo, aséptico y con ñolor a desinfectante, desde hace dos años, casi toda su existencia.

De entre todas las imágenes del diario del domingo, la suya es de aquellas que te hacen apretar los dientes y te anudan la garganta. Su historia muerde la realidad, o más bien la escupe.

Rafael y Nieves –él, un trabajador autónomo; ella, empleada en un supermercado– miran a su hija con ternura aunque su aspecto es de agotamiento. Llevan dos años turnándose para estar con ella y, como el dinero no sobra, hay que seguir trabajando.

Su fondo de resistencia se está fragilizando mientras el tumor impone su dictadura de día y de noche. Si ella no se rinde, ellos tampoco.

–¡Imaginen que esa niña es la suya! –exclama él.

La súplica la dirige Rafael a quien quiera escucharle, sea presidente, ministro, diputado o senador.

No hay impostura en sus palabras, sino una sensación de orfandad y desamparo.

Este hombre se dirigió a La Vanguardia después de ver cómo sus señorías aprobaban el 22 de septiembre una proposición no de ley para que los padres de niños con cáncer o con enfermedades muy graves que trabajen puedan tener una baja laboral retribuida.

Sobre el papel, todo es muy bonito. Esperanzador. Pero han pasado casi dos semanas y nada más se ha sabido ni de sus señorías ni de la iniciativa. Rafael ha ido encadenando baja tras baja, aunque legalmente esto tiene un límite.

“¿A qué esperan?”, nos pregunta. El Gobierno tiene el tiempo en sus manos y lo empuja lentísimamente, mientras el tiempo de Alba vuela.

Todo depende de que el ministro de Trabajo eche cuentas y vea que lo razonable es conceder este derecho a los padres de niños enfermos porque, de hecho, ya lo está pagando en forma de bajas laborales. Aunque mucho nos tememos la respuesta, si es que llega, porque este Gobierno tan supuestamente social lo primero que recorta son los derechos sociales.

Y es aquí cuando la habitación 853 del hospital Sant Joan de Déu, donde viven Alba y sus padres, se convierte en un territorio donde se ve tan claro el sentido de la vida y, a un mismo tiempo, lo mezquino de la política que levanta expectativas que no cumple.

Decía Borges que la experiencia de un ser humano puede parecerse a la de otros.

La de Rafael y Nieves, la nuestra, la de todos…, la inesperada. Imaginen que fuera su hija la niña de la habitación 853.

http://www.lavanguardia.com/vida/20101007/54019270210/la-habitacion-853.html#

ESTA PUBLICACION ES DE 07/10/2010 – Y SEGIMOS LUCHANDO CONTRA EL CANCER AHORA CON LA ASOCIACION QUE LLEVA EL NOMBRE DE ALBA INTENTAMOS CONSEGIR FONDOS CON LAS APORTACIONES DE TODOS VOSOTROS Y DE ESA MANERA PODER ENTREGARLA EN MANO AL LABORATORIO DE INVESTIGACION DEL CANCER INFANTIL Y AYUDAS A ALBA Y MAS NIÑOS/NIÑAS QUE ESTAN PASANDO POR ESTA ENFERMEDAD.

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