La historia de la Fundación Alba Pérez está profundamente marcada por la pérdida de Alba, una niña llena de vida, amor y alegría, que a una edad temprana se enfrentó a una batalla implacable contra el cáncer infantil. Alba era una niña especial, con una sonrisa que iluminaba a todos los que la conocían. Su fuerza y espíritu luchador fueron un faro de esperanza en los momentos más oscuros, tanto para su familia como para quienes tuvieron el privilegio de estar a su lado.

El diagnóstico de Alba fue un golpe devastador. Como padres, nunca estamos preparados para recibir una noticia tan dolorosa, y en ese momento, el mundo de nuestra familia se paralizó. Nos enfrentamos a una realidad impensable: la de ver a nuestra pequeña hija someterse a tratamientos agresivos, soportar dolor y pasar por desafíos que ningún niño debería enfrentar. Sin embargo, Alba enfrentó cada día con una valentía y una serenidad que nos dejaron asombrados.

A pesar de la lucha incansable y del apoyo incondicional que recibió, el cáncer se llevó a nuestra querida Alba. La pérdida de un hijo es una herida que nunca sana, una ausencia que se siente en cada rincón de nuestras vidas. Pero en medio de ese dolor profundo, decidimos transformar nuestro sufrimiento en algo que pudiera dar sentido a la vida de Alba y a la vida de otros niños que, como ella, enfrentan esta cruel enfermedad.

Así nació la Fundación Alba Pérez, como un legado de amor y esperanza en honor a nuestra hija. Queremos que su historia inspire a otros a no rendirse, a luchar por un futuro donde más niños puedan sobrevivir al cáncer infantil. Aunque Alba ya no está físicamente con nosotros, su espíritu vive en cada acción que emprendemos, en cada sonrisa que logramos devolver a un niño, en cada familia a la que podemos ofrecer apoyo en los momentos más difíciles.

Cada día, en la Fundación, trabajamos incansablemente para financiar investigaciones, ofrecer recursos y brindar acompañamiento a las familias que están viviendo la pesadilla del cáncer infantil. Lo hacemos con el corazón lleno de la memoria de Alba, sabiendo que ella estaría orgullosa de ver cómo su vida sigue marcando una diferencia en el mundo.

Alba nos enseñó la importancia de la resiliencia, del amor incondicional y de la esperanza, incluso en los momentos más oscuros. Es por ella que continuamos luchando, para que más niños puedan vencer el cáncer y para que ninguna familia tenga que sufrir la pérdida de un hijo por esta terrible enfermedad. En cada acción de la Fundación Alba Pérez, hay un pedacito de Alba, su amor y su valentía, guiándonos y dándonos fuerzas para seguir adelante.

Con cada paso que damos, llevamos a Alba en nuestro corazón, transformando el dolor de su pérdida en un compromiso inquebrantable para ayudar a otros. Aunque el vacío que dejó en nuestras vidas nunca se llenará, nos reconforta saber que su luz sigue brillando, iluminando el camino hacia un futuro con más esperanza para los niños afectados por el cáncer.