El juego terapéutico en el cáncer infantil: jugar para sanar

Cuando un niño es diagnosticado con cáncer, su vida cambia de un día para otro. Hospitalizaciones, tratamientos y consultas médicas se convierten en parte de su día a día, y muchas veces, el juego, ese espacio de felicidad y libertad tan propio de la infancia, queda en segundo plano. Sin embargo, jugar no es solo una forma de entretenimiento, sino una herramienta poderosa que ayuda a los niños a sobrellevar la enfermedad.

En la Fundación Alba Pérez, creemos que el juego es un derecho y una necesidad, incluso en los momentos más difíciles. Por eso, promovemos el juego terapéutico, una estrategia que no solo divierte, sino que también alivia el dolor, reduce la ansiedad y fortalece el estado emocional de los pequeños luchadores.

El juego como medicina emocional

Jugar es la forma más natural que tienen los niños de explorar el mundo y expresar sus emociones. A través del juego, pueden comprender mejor lo que les está ocurriendo, enfrentar sus miedos y encontrar momentos de alegría en medio del tratamiento.

Reduce la ansiedad y el estrés: Enfrentarse a pruebas médicas y tratamientos puede ser aterrador, pero el juego ayuda a disminuir la angustia y a darles una sensación de control.
Favorece la expresión emocional: Muchos niños tienen dificultades para verbalizar sus miedos y preocupaciones. A través del juego, pueden expresar lo que sienten sin necesidad de palabras.
Promueve la interacción social: La enfermedad puede llevar al aislamiento, pero el juego permite que los niños sigan conectados con sus amigos, su familia y otros pequeños en su misma situación.
Les devuelve su rol de niños: Aunque estén en un hospital, siguen siendo niños. Jugar les recuerda que su identidad va más allá de la enfermedad.

Formas de juego terapéutico

Cada niño es único, y el juego puede adaptarse a sus necesidades y preferencias. Algunas de las formas más utilizadas en hospitales y hogares incluyen:

El juego simbólico: Usar muñecos o juguetes para representar situaciones médicas ayuda a los niños a procesar lo que están viviendo y a perder el miedo a procedimientos como las inyecciones o las visitas al médico.

La expresión artística: Dibujar, pintar o hacer manualidades permite que los niños expresen sus emociones y se relajen, transformando sus pensamientos en colores y formas.

La música y la danza: Escuchar canciones, tocar instrumentos o simplemente moverse al ritmo de la música puede mejorar su estado de ánimo y reducir el dolor.

Los cuentos y relatos: Leer historias sobre personajes que superan grandes desafíos les da esperanza y los ayuda a comprender mejor su propia situación.

El papel de la familia y el entorno

El juego terapéutico no solo beneficia al niño, sino que también es una herramienta de unión familiar. Jugar juntos ayuda a los padres y hermanos a aliviar el estrés, fortalecer la comunicación y compartir momentos de felicidad en medio de la adversidad.

Además, el personal médico y educativo juega un papel fundamental al fomentar el juego dentro del hospital. Muchas unidades pediátricas cuentan con aulas de juego o voluntarios que organizan actividades para que los niños se sientan más cómodos y acompañados.

Jugar también es sanar

El cáncer infantil es una batalla dura, pero en medio de ella, el juego se convierte en un refugio, en un rayo de luz que alivia el miedo y devuelve la esperanza. No importa cuánto dure la enfermedad: cada sonrisa, cada risa y cada momento de diversión son pasos hacia la recuperación emocional del niño.

En la Fundación Alba Pérez, seguimos luchando para que ningún niño pierda su derecho a jugar.

Porque jugar no solo es un derecho, también es parte de la cura.

Colabora

Sudaderas y camisetas

por cada donativo

Hasta fin de existencias